domingo, abril 29, 2007
Atracciones de Tianjin
Fuímos al parque de diversiones de Tianjin. Lo llaman el Parque de los Niños. Llevamos al amiguito de Michael, Benny. Nos dividimos las attraciones. Como a mí no me gustan los adrenalinazos, me fuí con Andreína a las más infantiles y Scott se llevó a los niños para las montañas rusas y demás aparatos que aceleran el ritmo cardíaco. Al final, Scott ya mareado, convencimos a la doña que atiende las sillas voladoras que los dejaran montarse solos.
sábado, abril 28, 2007
Análisis
viernes, abril 27, 2007
Domingo en el parque
miércoles, abril 25, 2007
viernes, abril 20, 2007
Las fotos que tomó Andreína
Estas fotos las tomó todas Andreína. No es que tenga talento precoz como fotógrafa, es que es copioneta. Yo uso la cámara, así que ella por supuesto va a usar la misma cámara.
Empezó con el hermano pero le cortó la cabeza, así que regresó para enmarcarlo bien. Después tomó fotos del carrito, el gameboy, la tele. Después la mandamos a tomarle fotos a ayee, y para terminar me sacó con Dr. Wang que me estaba dando un masaje. La última foto fué la de la bolsa. Adentro tiene unos trajes típicos de Corea que son increíblemente bellos. ¿Será que ella pensaba que la cámara tendría rayos x?
miércoles, abril 18, 2007
Piñata
Pobrecita la piñata. Michael la hizo en clase, para subastarla en la fiesta pro-fondos de la asociación de padres y representantes que tuvimos el sábado. Antes de salir yo para la fiesta, ya me había encargado comprársela por lo menos dieciquinientas veces.
Después de la llorantina porque le comprara la piñata, vino la llorantina por romper la piñata. Ahora aquí debo aclarar que el maestro que dirigió la manufactura de piñatas es de Nueva Zelandia. Musiú al fin, le pareció buena idea hacer la piñata con alambre por dentro y papel maché de doble capa por fuera, y para terminar, esmalte. Para que durara, según me dijo. La bicha quedó prácticamente indestructible.
Para compartir un poco la diversión, y sobre todo pensando que necesitaríamos muchos golpes para romperla, invité a los amiguitos del edificio. Fuimos 11 en total: dos inglesas, dos ecuatorianos, un colombiano-americano, cuatro australianos y mis dos gringo-sino-venezolanos.
Andreína quedó fascinada con la piñata y la adoptó como peluche desde que llegó el sábado. Tuve que recordarle que le ibamos a caer a golpes, porque lo único que me faltaba es que a la niña le diera la tocoquera al romperla. Me preocupe por nada. Ella feliz y hasta tramposa.
Y así, con las manitas llenas de caramelos y la mente depurada de violencia con la terapía de piñata, terminó otra velada socio-cultural en casa de los Fitzgerald Crespo.